Desde ANPE nos sumamos hoy, 24 de enero, a la celebración del Día Internacional de la Educación. Cada año, la Unesco dedica este día a un aspecto concreto. En esta ocasión, lo ha centrado en los desafíos que plantea la inteligencia artificial (IA), que está experimentando un crecimiento exponencial y tiene cada vez mayor incidencia en el ámbito educativo.
La utilización generalizada de la IA plantea muchas oportunidades, pero también riesgos. Exige un replanteamiento de las formas de enseñar y evaluar que priorice el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad. Es importante que se regule para garantizar un uso ético y responsable como herramienta para apoyar una educación basada en la interacción humana —nunca para sustituirla—. En cualquier caso, ofrece beneficios para la docencia que no debemos desaprovechar. La formación en el uso de la IA es crucial tanto para estudiantes como para docentes.
En este día queremos también resaltar la importancia de labor docente. El profesorado de la enseñanza pública es la base de un sistema que permite a todas las personas acceder a una formación de calidad. Sin embargo, muchas veces percibimos –como reflejan una y otra vez las encuestas que se hacen al respecto– que no se nos apoya suficientemente, que se generalizan prejuicios contra la profesión o que se nos desautoriza en nuestro trabajo.
En los lugares con los sistemas educativos más exitosos del mundo, la enseñanza es una de las profesiones con mayor prestigio y existen políticas activas de apoyo e incentivos al profesorado. Desde ANPE, insistimos mucho en ello. Es necesario poner en marcha una estrategia para prestigiar la labor docente con tres líneas de acción.
En el ámbito normativo, es fundamental que haya:
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estabilidad legislativa, y no una nueva ley orgánica de Educación con cada cambio de Gobierno en el Estado
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una ley de la profesión docente en la que se recojan los derechos y deberes del profesorado, el código deontológico, la formación inicial y los requisitos mínimos para impartir docencia.
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un estatuto de la función pública docente que establezca la carrera profesional y la regule desde el acceso a la condición de funcionario hasta la jubilación.
En cuanto a las condiciones de trabajo, urge, entre otras cosas, rebajar las ratios de alumnado por docente, reducir la carga de tareas burocráticas, recuperar el poder adquisitivo perdido desde 2010, y estabilizar de manera efectiva al personal interino.
Finalmente, hacen falta políticas y campañas institucionales dirigidas específicamente a poner en valor la función del profesorado y mejorar el prestigio social de la profesión. Hay que dedicar esfuerzos a explicar todo el trabajo que hacemos así como a fomentar el respeto al docente e informar de la autoridad que tenemos en nuestra labor.
La educación es uno de los pilares esenciales para hacer avanzar a las sociedades y el profesorado desempeña un papel central en ello. La mejora de sus condiciones y de su consideración social ha de ser una meta colectiva, porque los beneficios serán también colectivos.